Los profes fueron vapuleados

- Mayo 27, 2008

>“Siempre enséñales el lado que quieres que vean de ti, no muestres el otro” presumía a sus amigos hace aproximadamente dos años Jorge Aníbal Montenegro que le había aconsejado paternalmente Ney González ante un conflicto mediático de aquellos días. La presunción la hacía en un restaurante de mariscos proscrito para los políticos del actual régimen situado por la Calzada del Panteón.

Apenas hace unos días, ante casi los mismos amigos, en otro restaurante, por cierto también proscrito y vigilado por los sistemas de información del gobierno, este ubicado por la calle Buenos Aires del fraccionamiento Ciudad del Valle, el funcionario educativo recordaba el consejo y reflexionaba en voz alta “ahí me estaba anticipando lo que haría con la corriente magisterial”.

A la luz de las postulaciones anunciadas y aprobadas por el consejo político estatal del PRI el sábado 24 en el casino Los Naranjos, propiedad del ya candidato a diputado por Bahía de Banderas, Roberto Mejía, todo parece indicar que efectivamente el gobernador Ney González, erigido en jefe de facción, la conocida como Ola Roja, engañó durante meses o incluso los casi tres años que lleva de gobernador a los dirigentes magisteriales.

Les mostró de si mismo el lado que ellos querían ver, el del gobernante incluyente y el del aliado leal, dispuesto a facilitar su sucesión a favor del senador Gerardo Montenegro, quien en más de una ocasión llegó a comentar que todas las señales de Ney hacían sentir que estaba cumpliéndoles, llegando incluso al grado de defender enérgicamente al gobernante cuando alguien le insinuaba al senador que les tendían trampas.

Desde el pasado viernes por la tarde la cúpula magisterial se empezaba a enterar que habían sido engañados, como dicen los hermanos Delgado Sandoval en la sindicada columna firmada bajo el seudónimo de Carlo Alatriste en el diario Enfoque: Como a unos novatos.

Durante meses el gobernador les ofreció, para Gerardo, la candidatura que hoy ostenta Roberto Sandoval. Cuando juntos tomaron la decisión de buscar otras opciones, coincidieron en que se impulsara a Pablo Montoya y que habría que posicionarlo para legitimar su eventual postulación, sabedores que el ex secretario de Planeación no pintaba en sondeo alguno. Los profes se dieron a la tarea, desde ese momento, de organizarle a Montoya de la Rosa recorridos por la ciudad y encuentros con sectores diversos, mientras la corriente de Ney, sospechosamente, no sólo no aparecía, sino que prohibía a los suyos participar.

A pesar de ello el magisterio priista y sus líderes no se detenían, aun le atribuían a Filiberto Delgado el boicot a los trabajos pro Pablo Montoya. El viernes 23, les quedó claro algo: Filiberto no se manda solo, quien los engañó se llama Ney González.

Ese día, el gobernador les hizo saber de su decisión de postular a quien, aparentemente, apenas un mes antes él mismo había vetado, Roberto Sandoval. No sólo eso, con supuestas encuestas que sólo él conoce, en caso de existir, les informó que mantendrían su cuota de posiciones de los últimos trienios, pero que en aquellos distritos, en donde los cuadros magisteriales iban a la cabeza apenas unas semanas atrás, casualmente sólo en esos las preferencias ciudadanas habían sufrido cambios.

De tal suerte que, “como cuando Don Emilio vivía”, el poder vertical se impuso para avalar tres fenómenos que pudieran calificarse de milagros electorales, pues de la noche a la mañana Roberto Mejía, Patricia Sandoval y Roberto Lomelí lograron remontar, según las invisibles encuestas de Ney, la clara ventaja que les llevaban  Daniel Briceño, Carlos Ruiz y Humberto Figueroa respectivamente.

A pesar de que la corriente encabezada por Liberato y Gerardo Montenegro incrementó un poco el número de candidaturas respecto a la elección del 2005 la percepción que queda en la clase política es que fueron vapuleados, exhibidos y burlados por Ney González, quien les encargó la promoción de Pablo Montoya cuando en realidad ya se había decidido por Roberto Sandoval.

Paradójicamente el magisterio aparece como la corriente derrotada con un precandidato que ni era de ellos y que quizá también estaba al tanto del plan de su jefe político.

El saldo está a la vista, Ney González estuvo dispuesto a compartir algunas nominaciones sólo con el magisterio; todo lo demás, lo reservó para si, para su corriente, para su ego, con postulaciones que nos recuerdan a los recurrentes caprichos de los gobernadores en turno: compadres o ujieres, taxistas o zapateros, bufones o mozos, los de casa a recibir las muestras de generosidad del príncipe del momento, aquel con quien compartieron hambre y ambiciones antes de llegar a la gran veta.

Los profes ya conocieron de Ney el lado que les ocultó durante la mitad de su gestión, si aun siguen creyendo en la autonomía de Filiberto, en el valor de los acuerdos de largo plazo con políticos “modernos” y en encuestas invisibles, debemos prepararnos para al menos otro sexenio de "desfiles de la alegría".

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