Perfil Político/¡Cuidado con el debate!

- Jun 13, 2008

>DEBATIR O NO DEBATIR, EL DILEMA. Durante muchos años el debate fue considerado como el último recurso de los desesperados, de aquellos candidatos que sabiéndose abajo en el marcador exigían un debate público para tratar de ganar  por nocaut. Por eso, durante décadas, los candidatos del PRI se negaron a debatir con sus opositores, alegando que no estaban dispuestos a darles publicidad gratuita. En Jalisco, por ejemplo, en 1994 el entonces candidato del PRI al gobierno de Jalisco, Eugenio Ruiz Orozco, se negó terminantemente a debatir con el candidato panista Alberto Cárdenas Jiménez; todas las encuestas daban una cómoda ventaja al PRI, por lo tanto no valía la pena arriesgarse a un golpe bajo. Pero llegó aquel famoso error de diciembre y las preferencias electorales cambiaron radicalmente de la noche a la mañana, millones de mexicanos iniciaron 1995 totalmente en la ruina por los efectos de aquel diciembre trágico.

 Y entonces sí el candidato del PRI pidió debatir con el del PAN, pero entonces el panista se negó, porque ahora las encuestas lo favorecían. En febrero de ese año el PAN arrasó en Jalisco y ganó por primera vez la gubernatura, misma que no ha soltado hasta la fecha. Fue ahí, en Jalisco, antes de esa debacle del PRI, donde el actual delegado del CEN del PRI en Nayarit, Jorge Lepe García, fue el primer priista en plantear la necesidad de un debate, cuando buscaba la diputación federal por el distrito I el cual era bastante afín al PAN. Desde entonces los debates han sido tema recurrente en cada elección de cualquier tipo, sin embargo la decisión de participar o no en ellos siempre ha quedado supeditada a las decisiones de los candidatos y sus partidos, porque la ley electoral no ha establecido su obligatoriedad, como queda claro en Nayarit en estos días, cuando los candidatos opositores al PRI exigen debatir, mientras que candidatos como Roberto Sandoval se defienden con un categórico “no voy a debatir con perdedores”.

ESCARMENTAR EN CABEZA AJENA. Por supuesto que el debate sigue siendo un excelente recurso para repuntar un marcador, siempre y cuando el que exija el debate tenga el talento suficiente para noquear al campeón. Es lógico que quien va a la cabeza de una contienda electoral no siente la necesidad de exponerse mediante un debate que podría salírsele de las manos, sin embargo tampoco es garantía de que un opositor, por el hecho de participar en un debate, ya tenga asegurado el triunfo. Ganar un debate, por lo tanto, es un buen punto para quienes aspiran a ganar una campaña, pero no es lo único. Por eso, para evitar depender del humor de los candidatos, los debates deben ser reglamentados por la autoridad electoral, para que sean oficiales y obligatorios. Por supuesto que un debate ayuda en mucho a que los electores comparen a los diferentes candidatos y tomen una mejor decisión a la hora de votar, sobre todo en este país en el que en cada campaña existe un elevado porcentaje de indecisos que esperan hasta el final para resolver el sentido del voto. En Estados Unidos los debates están reglamentados y son obligatorios, tanto en las contiendas internas como en las campañas constitucionales. La importancia que los electores dan a los debates ayuda a que éstos sean a menudo definitorios en una contienda, hay casos muy bien documentados de debates que han definido el rumbo de una elección presidencial, sin embargo en México no podemos aspirar a tanto ya que, en primer lugar, los pocos debates que se dan no son vistos por la gran mayoría de los electores. En el caso que nos ocupa, haría muy bien Roberto Sandoval en tener presente el ejemplo de Andrés Manuel López Obrador, quien en el 2006 se negó a debatir con Felipe Calderón bajo un argumento muy similar al que hoy utiliza el Sasasá. En aquella época López Obrador llevaba una cómoda ventaja de 20 puntos sobre el candidato del PAN, por eso él y su equipo de campaña desdeñaron la posibilidad del debate presidencial, el cual al final se realizó sin la presencia del perredista, con la presencia de todos los demás competidores, incluyendo al priista Roberto Madrazo. Las encuestas y los analistas coinciden en señalar que ahí empezó la debacle de López Obrador, porque su negativa a debatir le costó una importante cantidad de puntos en las preferencias electorales.

HOY, HOY, HOY. Seis años atrás Vicente Fox había hecho del asunto del debate presidencial un miércoles negro y un jueves de resurrección al mismo tiempo. En cadena nacional todos los mexicanos vimos a aquel Fox necio que exigía debatir esa misma tarde, aunque no estuvieran dadas las condiciones técnicas requeridas. A su lado, Cuauhtémoc Cárdenas trataba de que Fox entrara en cordura aceptando el debate para el día siguiente, pero Vicente insistía una y otras vez, como niño chiquito: “Hoy, hoy, hoy”. Esa actitud intransigente del panista le generó muchas críticas en el plazo inmediato, sin embargo el excelente manejo mediático que se le dio a esa necedad de Fox terminó capitalizando positivamente lo que inicialmente era conocido como “el miércoles negro de Fox”. Gracias a eso, el famoso “hoy, hoy, hoy” terminó convertido en lema de campaña, quedando grabado hasta la fecha en el inconsciente colectivo del mexicano común. Seis años antes, otro panista, Diego Fernández de Cevallos, había dado al campanazo al ganar el debate presidencial que sostuvo con el perredista Cuauhtémoc Cárdenas y el priista Ernesto Zedillo Ponce de León, demostrando que, efectivamente, hay ocasiones en que ganar un debate puede ser decisivo para ganar una campaña electoral. Pero algo pasó, porque El Jefe Diego desapareció misteriosamente de la contienda durante un mes, permitiendo que el candidato del PRI repuntara y ganara esa elección presidencial. Dicen las malas lenguas que El Jefe Diego estaba de acuerdo con el PRI para golpear a Cárdenas y beneficiar a Zedillo, por eso dejó de hacer campaña en cuanto ganó el debate presidencial. La versión que da el propio Diego es que se vio obligado a suspender su campaña por motivos de salud. Sólo él sabe cuál fue la verdad, lo cierto es que ese episodio sirvió para demostrar la efectividad de un debate presidencial, que puede levantar o bajar las preferencias electorales de tal o cual candidato. Tal vez por eso nuestro sistema político no ha querido reglamentar el debate como una herramienta obligada de campaña, aunque al menos a nivel presidencial ya se considera algo obligatorio, aunque sea desde el punto de vista ético y moral, y quien no lo acepte pagará un alto precio, como ya lo vimos con Andrés Manuel López Obrador, quien tras rechazar el primer debate se vio obligado a aceptar el segundo, en el cual no demostró ser mejor que Felipe Calderón.

UN BUEN RECURSO. En resumen, los debates implican más ventajas que desventajas porque permiten a los electores comparar de una manera efectiva a todos los candidatos en campaña. Por supuesto que el debate es un arma de dos filos, porque ayuda a los candidatos más preparados pero puede perjudicar a los mediocres. En el caso de la contienda por la alcaldía de Tepic, los empresarios aglutinados en la Canacintra y la Coparmex ya le pusieron fecha al debate, el 18 de junio, y han pedido al IEE que proceda a organizarlo, aunque hasta el momento no se ha confirmado la participación de todos los candidatos. De entrada el abanderado del PRI- Panal dijo que no acepta porque no está dispuesto a debatir con perdedores, sin embargo en el fondo es evidente que no quiere correr riesgos innecesarios ante un Miguel Angel Navarro Quintero que tiene una enorme experiencia en materia de debate legislativo. Las décadas de oficio político que trae a cuestas Navarro son sinónimo de un enorme colmillo que podría raspar al candidato del PRI, de ahí lo lógico de la postura de Roberto. Sin embargo su equipo de asesores debe medir muy a fondo las consecuencias que le generará el no acudir a este debate promovido por los empresarios nayaritas. Lo más probable es que Roberto Sandoval esté muy por encima de Miguel Angel Navarro Quintero en las preferencias electorales, por eso no está dispuesto a correr el mínimo riesgo de ser noqueado en un debate, además el hecho de que la elección vaya a ser dos semanas después del debate ayuda a que un posible efecto nocivo sobre el candidato del PRI se diluya. Es posible que Navarro capitalice muy bien la negativa de Sandoval a debatir, por eso es importante que el PRI mida con certeza cuántos puntos le podría costar a su candidato el no asistir al debate. Por supuesto que lo ideal es que Roberto Sandoval participe en el debate y demuestre que es el candidato más preparado, además el formato que están proponiendo los empresarios es muy cómodo porque más que debate será una especie de panel en el cual los candidatos hablarán 25 minutos y tendrán 15 minutos para responder preguntas de los asistentes, sin que se contemple la posibilidad de que un candidato agreda a otro con preguntas incómodas.

POSDATA. Mucho se ha dicho que las elecciones nayaritas serán muy importantes porque son las primeras en las que regirán las nuevas leyes electorales, por eso es lógico que ya estén registrados 878 observadores electorales de todo el país, quienes darán certidumbre a un proceso que hasta el momento ha transcurrido en absoluta calma.

VOX POPULI. Aunque en Bahía de Banderas Héctor Paniagua y Roberto Mejía han establecido una mancuerna perfecta que está haciendo una campaña impresionante, hay que admitir que los candidatos del PAN les ganaron la guerra de los postes, porque los pendones de Ramón Saldaña y Rafael Cervantes son más atractivos que los de Héctor Paniagua. Para empezar el tamaño de la publicidad panista es muy superior a la del PRI, pero lo más importante es que las imágenes que se observan de Ramón Saldaña y de Rafa Cervantes son más atractivas que las de Héctor Paniagua. Quienes ven los carteles de Paniagua coinciden en que la foto utilizada no le favorece al candidato del PRI, en cambio los panistas lucen muy bien en sus respectivos pendones. Más todavía, la cantidad de pendones instalados por el PAN en todo Bahía de Banderas es muy superior a los instalados por el PRI, dando la impresión de que el PAN cuenta con mayores recursos y mayor presencia. Todo lo anterior podría no ser importante, pero en el contexto de alta competitividad que estamos viviendo en el país los candidatos no se pueden dar el lujo de descuidar ningún detalle. En política no solo hay que ser, también hay que parecer.

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