La Ola Roja, la gran derrotada

- Jul 7, 2008

> * Ya basta de cartuchos quemados, clamó el PRI

Si las elecciones celebradas ayer hubieran sido consideradas plebiscitarias para medir el grado de aceptación que mantiene el gobernador Ney González Sánchez en la mitad de su sexenio, el resumen de la jornada electoral hubiera sido desfavorable para el mandatario, ya que el Partido Revolucionario Institucional perdió muchos de los municipios que se consideraban sus bastiones y que ahora pasan a engrosar las filas de la oposición. Huajicori, Acaponeta, Tecuala, Rosamorada, San Blas, Ixtlán y posiblemente, ya que no se tienen datos confiables al momento de escribir la nota, Jala y Ahuacatlán. Ocho municipios de veinte.

Es obvio decir que el propio gobernador González Sánchez expresó en infinidad de ocasiones que estaba en una “pausa partidista”, por lo que aseguró que no metería las manos en la elección ni en la vida interna del partido que emanó, por lo que no pueden atribuírsele directamente los descalabros sufridos por el PRI. Por lo menos no formalmente.

Sin embargo para la llamada “Ola Roja”, que es una corriente política que surgió precisamente para cobijar al entonces aspirante a la gubernatura Ney González, las cosas son diferentes, pues varias de las derrotas sufridas por la coalición PRI- PANAL tienen que ver con sus integrantes, quienes fueron beneficiados con candidaturas a costa de otros grupos políticos internos del PRI, como la corriente magisterial y los sectores campesino, obrero y popular, que se vieron ninguneados por “La Ola Roja”, con los resultados ya conocidos.

La vanagloria expresada por la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional Beatriz Paredes Rangel y por José Luís Dónjuan de la Peña, en la que expresaron su alegría por la victoria, es en realidad una victoria “pírrica”, una victoria con sabor profundo a derrota, ya que las cuentas alegres del PRI se trocaron en la pérdida de muchos municipios eminentemente priistas, en los que la militancia no encontró otra forma de repudiar a candidatos impuestos que votando por otras opciones. Lo rescatable es que el Sasasá Roberto Sandoval puso en su verdadero lugar a Navarro Quintero, que el Pípiripao Sergio González arrasó en Santiago y que Héctor Paniagua y Héctor López Santiago ganaron Bahía de Banderas y Compostela respectivamente.

Pero ¿En qué cabeza cabe postular a personas que ya gobernaron, que obstaculizan la movilidad partidista pues cambian de un puesto a otro? Hoy son diputados, mañana presidentes, luego otra vez diputados y es el cuento de nunca acabar. ¿Y las oportunidades para los jóvenes? Por lo menos oportunidades para caras nuevas.

Por ejemplo en Tecuala el candidato fue un grandísimo baquetón como Manuel Jiménez, que era diputado y ya fue presidente. Un tipo repudiado, carente de simpatías y apoyos. La aspirante a diputada, una desconocida amiguita de Águeda Galicia, del SUTSEM. En Huajicori se le hizo caso a un viejo cacique y apoyaron a un miembro de una familia en la que todos han sido presidentes. En Acaponeta a una diputada que sólo ha servido para beneficiar a su familia con cargos públicos. En Rosamorada a un tipo que ya gobernó. En San Blas a otra diputada, esa de la corriente del magisterio. Así hasta el hartazgo: puro cartucho quemado. Quizá la excepción sea Héctor Paniagua en Bahía de Banderas, que inicia un neo cacicazgo en el municipio más rico de Nayarit.

La lección es clara: ya basta de los mismos de siempre, de los que han estado pegados a la ubre por años y años, así sean de la “ola Roja”, del magisterio o de cualesquier corriente. Si el partido no regresa a reconocerle sus espacios a los sectores y a las corrientes internas, se correrá el riesgo de seguir como el cangrejo. Por lo pronto, José Luís Dónjuan debe renunciar junto con el “monito” Trinidad Espinoza Martínez. Eso por lo menos.

Deja tus comentarios