>ES DE SABIOS EQUIVOCARSE. Yo, aunque no soy un sabio, también me equivoco. Por mucho tiempo viví convencido de que el contador Héctor Paniagua Salazar era un político soberbio y prepotente, que hacía hasta lo imposible por ejercer como poder tras el trono en Bahía de Banderas. Por supuesto que para nadie era un secreto que Héctor Paniagua prácticamente inventó a Jaime Cuevas Tello, a quien sacó de un modesto consultorio médico y lo llevó de la mano a ganar la alcaldía de Bahía de Banderas, sin embargo lo que Héctor Paniagua jamás imaginó fue que el médico lo negaría mucho antes de que el gallo cantara tres veces, cancelando cualquier posibilidad de que Paniagua ejerciera como poder tras el trono. La traición que le infringió Jaime Cuevas obligó a Héctor Paniagua a buscar su futuro político en otros rumbos, lo cual lo llevó a aceptar la invitación que le hizo el gobernador Ney González para sumarse a su gabinete.
En aquella época parecía que el villano era Héctor Paniagua, quien era visto como un político ávido de poder que hacía hasta lo imposible por no dejar gobernar a Jaime Cuevas, al grado de que el gobernador Ney González lo tuvo que sumar a su gabinete para sacarlo de Bahía de Banderas. Pero el tiempo puso a cada quien en su lugar, el reciente triunfo electoral de Paniagua nos demostró que se trata de un político muy querido, casi venerado, por amplios sectores de la sociedad badebadense, en cambio Jaime Cuevas se ha consolidado como un personaje mediocre, que si bien fue un aceptable administrador, resultó incapaz de realizar un trabajo político que lo proyectara a otros niveles. Hoy, como bien lo entiende Jaime Cuevas, su futuro está en el consultorio que abandonó tres años atrás, porque desaprovechó la enorme oportunidad que le brindó la alcaldía para proyectarse a nivel estatal como un gran político.
DERRUMBANDO MITOS. Cuando al inicio de su trienio Jaime Cuevas se dedicó a quitarse la sombra de Héctor Paniagua, el médico aseguraba que su triunfo se debía a los muchos años de ejercicio profesional en su consultorio médico y no a la estrategia diseñada por Héctor Paniagua. Y como muestra de su teoría Cuevas presumía el hecho de que mientras Paniagua había ganado la alcaldía por un margen de apenas 300 votos, él lo había hecho con un triunfo holgado, de más de mil 500 votos. A ver qué dice ahora que Héctor Paniagua le demostró que el dueño de la plaza sigue siendo él, porque el pasado mes de julio ganó por segunda ocasión la alcaldía pero ahora con un margen superior a los 3 mil votos. Hace tres años Jaime Cuevas derrotó a Ramón Saldaña por mil 500 votos de ventaja, sin embargo el mes pasado Paniagua derrotó al mismo Saldaña pero con una ventaja de más del doble, lo que deja muy clara la supremacía política de Héctor Paniagua. Por supuesto que los logros de la administración de Jaime Cuevas son aceptables, sin embargo eso se debe en gran medida a la propia inercia del municipio, un municipio pujante que por sí solo garantiza una gran cantidad de recursos públicos. Pero hay hechos que demuestran de manera contundente la mediocridad del gobierno de Jaime Cuevas, como el de haber tardado tres años para poner a funcionar el rastro TIF que le dejó prácticamente terminado Héctor Paniagua. Lo peor de todo es que el gobierno de Héctor Paniagua invirtió no más de dos millones de pesos en la construcción del rastro, mientras que para ponerlo a funcionar Jaime Cuevas ha necesitado un gasto cercano a los 20 millones de pesos y un plazo de tres años, y eso siempre y cuando logre inaugurarlo antes del 17 de septiembre, como es su intención. En estos días Jaime Cuevas cacaraquea la apertura de su oficina del SARE, Sistema de Apertura Rápida de Empresas, única en todo el estado, según sus apologistas. Lo malo es que durante los tres años de su gobierno Jaime Cuevas se caracterizó por un tortuguismo ofensivo, ya que realizar cualquier tipo de trámite en el municipio era un verdadero suplicio por culpa de la corrupción, la ineptitud y el burocratismo, por lo tanto de nada sirve que hoy, a un mes de dejar el cargo, se vanaglorie de la apertura de de su oficina SARE.
OBRAS SON AMORES. Pero si sólo la mediocridad fuera el sello del gobierno de Jaime Cuevas no habría mayor problema, lo malo es que durante su trienio la corrupción campeó por todo el municipio, principalmente por culpa de sus compromisos políticos con grupos de Puerto Vallarta, a quienes atribuye haber llegado al poder. En su mismo acto de toma de protesta Jaime Cuevas se olvidó de Héctor Paniagua y agradeció a su amigo Juan Carlos Castro Almaguer por todo el apoyo que le dio en su campaña. Juan Carlos Castro Almaguer es un joven nayarita radicado en Puerto Vallarta, y en el 2005 se desempeñaba como Director de Desarrollo Social del ayuntamiento de Puerto Vallarta, desde donde canalizó recursos para ayudar a Jaime Cuevas en su campaña electoral por instrucciones del entonces alcalde vallartense Gustavo González Villaseñor, quien es primo lejano del propio Jaime Cuevas. Como pago por esos servicios el alcalde Jaime Cuevas entregó mediante un proceso de licitación oscuro la concesión para el servicio de recolección de basura en el municipio, lo cual implica un millonario negocio. Lo mismo se dice de la adjudicación de los grandes contratos de obra pública, los cuales son asignados de manera amañada para beneficiar a políticos de Puerto Vallarta ligados al mismo grupo. Por eso uno de los grandes temores de Jaime Cuevas es el de que Héctor Paniagua se dedique a fiscalizar sus cuentas, por eso intentó imponerle a dos regidores en su cabildo, aunque al final sólo logró meter uno, al cual ya está utilizando para tratar de formar un frente de regidores contrario a Héctor Paniagua. Para su tranquilidad, Héctor Paniagua ya le mandó decir que no se preocupe, que por su parte no hay ningún interés por emprender una cacería de brujas, así que haría bien en dejar de andarle revolviendo el agua. Sin embargo una cosa es lo que opine Héctor Paniagua y otra muy distinta la que decida el Congreso del Estado y el Organo Superior de Fiscalización, donde hay abundantes expedientes irregulares de los actos de gobierno de Jaime Cuevas Tello.
GENIO Y FIGURA. Basta hacer una comparación entre Jaime Cuevas y Héctor Paniagua para establecer las deficiencias del primero y las bondades del segundo. Mientras Héctor Paniagua siempre gobernó con las puertas de su oficina abierta, Jaime Cuevas lo primero que hizo fue ordenar la remodelación de la presidencia para dotarse de un despacho privado, el cual no es de gran lujo pero comparado con el resto de las oficinas municipales representa un verdadero insulto por el derroche de recursos. Con el afán de marcar diferencias con el estilo de Héctor Paniagua, Jaime Cuevas aplicó un mecanismo de audiencias que era una verdadera humillación para todo tipo de ciudadanos, lo mismo poderosos empresarios que humildes vecinos, quienes por igual eran obligados a pasar largas horas de pie en la pequeña antesala del alcalde. Para su desgracia Jaime Cuevas nunca entendió que una cosa es desempeñarse como médico en un consultorio y otra muy distinta ostentar un cargo de presentación popular como la alcaldía, donde se debe servir a los gobernados con humildad y eficiencia. Pero no hay mal que dure 100 años, y este que apenas duró tres años está ya agonizando. Por el bien de la política nayarita, Jaime Cuevas deberá regresar a su consultorio médico y ahí esperar con tranquilidad su jubilación, porque en estos tres años demostró con creces que lo suyo no es la política, mucho menos el servicio público. Eso sí, aunque nunca aprendió política, Jaime Cuevas sí fue un gran embustero, como dicen que son todos los políticos, porque presumió que no buscaría un nuevo cargo ya que estaba decidido a cumplir los tres años de su período. Sin embargo la verdad es muy diferente, ya que hizo hasta lo imposible por conseguir la candidatura a diputado local por su distrito, cargo que el PRI siempre le negó. Hacia el final de su gobierno Jaime Cuevas intentó rectificar, buscando la forma de congraciarse con Héctor Paniagua, aunque a últimas fechas se ha dedicado a grillarlo de una forma infantil y cobarde. En fin, el futuro desempeño que tendrá Héctor Paniagua en su segundo paso por la alcaldía de Bahía de Banderas hará que muy pronto la figura de Jaime Cuevas sea un simple recuerdo, tan solo una foto más en la galería de los expresidentes. Eso siempre y cuando al final no resulte que sus tropelías fueron tantas que resultará imposible no fincarle alguna responsabilidad.
POSDATA. El PAN Nayarit acaba de tomar una decisión muy inteligente al designar al diputado Rafael Cervantes Padilla como coordinador de su bancada en la próxima legislatura local. Pese a los intentos de algunos grupos por imponer al líder de la bancada blanquiazul, al final se impuso la lógica y la decencia, ya que Rafael Cervantes fue el panista que más votos logró en la campaña, y aunque no logró el triunfo de mayoría contribuyó en mucho para que el PAN consiguiera el mayor número de curules posibles. Por lo tanto es muy justa la designación de Rafael Cervantes, quien con esto tendrá en sus manos una gran oportunidad para demostrar su talento político y consolidarse como la mejor opción del PAN para buscar Bahía de Banderas en el 2011.
VOX POPULI. Con mucho agrado recibió Roberto Sandoval la invitación que Manuel Cota hizo a sus colaboradores para que presenten su renuncia y se vayan con él el mes entrante, facilitando el camino para que el nuevo alcalde pueda integrar sin presiones su equipo de trabajo. Y es que cada tres años abundan los funcionarios que pretenden aferrarse al cargo más allá del trienio para el que fueron invitados, abusando de la generosidad de la Ley Federal de Trabajo que, en efecto, les concede amplias garantías para quedarse en el ayuntamiento en caso de pretenderlo. Por eso sería muy sano que Manuel Cota se llevara consigo a todos sus funcionarios de confianza, y que al ingresar Roberto Sandoval obligue a sus funcionarios a firmar su renuncia para que no generen compromisos que luego implican enormes erogaciones a las finanzas públicas. Tristemente muchos funcionarios nunca se preparan para dejar de ser, contribuyendo al engordamiento del ya de por sí obeso aparato burocrático.
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