>Presuroso, procedente del norte de la entidad, el aspirante a candidato del PRI a diputado federal se trasladaba por la carretera completos los requisitos de la convocatoria, dispuesto al registro ante la comisión de procesos internos. En ese preciso instante recibió llamada a su celular, un íntimo le avisaba que si quería hacer el ridículo presentara su documentación, porque, le advirtió, las candidaturas ya fueron entregadas.
Participó el casi divino gran dedo sexenal para elegir a quienes ocuparán cargos de elección popular, como lo son Manuel Humberto Cota Jiménez, Jocelyn Fernández Molina y Alfredo Zmery de Alba, quienes por ser aspirantes únicos tienen “amarrada” la candidatura priista a diputado por el primero, segundo y tercer distrito electoral federal, respectivamente.
La práctica del “dedazo” ha sido severamente cuestionada, principalmente por quienes no gozaron de la prebenda política, en este caso la inconformidad más visible es de la dirigencia y adláteres del sector campesino, en otros tiempos poderoso voto verde, hoy venido a menos entre los ejes del partidazo. Aunque la impresión aquí es que se trata de valores entendidos.
Para muchos es sabido que el gran dedo sexenal refleja dentro del PRI la más pura antidemocracia, el poder vertical, autoritario, clientelar y despótico. Pero no se crea que la dádiva sea gratuita, los elegidos deberán pagar los beneficios con sometimiento a toda prueba, prevalecerá la genuflexión.
En el gabinete de Ney González ha imperado el criterio de la lealtad hacia el gobernador, incluso ha dominado por encima de la eficacia en el puesto. La amistad ha valido más que el desempeño, en consecuencia tenemos un gobierno de personajes leales pero no necesariamente competentes. De allí viene Manuel Cota y hasta me atrevo a decir que Jocelyn Fernández, quien presidió en Tepic el comité municipal del PRI desde el 5 de agosto de 2007. Alfredo Zmery de Alba procede del grupo liberatista, equipo magisterial que no “traga” políticamente al gobernador, pero que para fines de conveniencia las partes hacen circunstanciales alianzas perversas.
Mire usted lo que sobre el asunto señala Javier Hurtado: “Sí los partidos políticos realmente fueran ‘entidades de interés público’ lo más lógico sería establecer la obligación, por ley, de que invariablemente seleccionaran a sus candidatos por métodos democráticos (al menos a los que compiten por el principio de mayoría relativa) y que dichos procedimientos fueran supervisados y validados por la autoridad electoral”.
Prosigue: “Estamos ante la paradójica situación de que la innovación derivada de incluir la regulación de las precampañas en la legislación electoral, en vez de favorecer la democratización de los métodos de selección de candidatos, ha traído como consecuencia la restauración del “dedazo” y el florecimiento de los candidatos únicos o “de unidad” del tricolor, en las convenciones de delegados que realizará para seleccionarlos”.
Quizá por la influencia del viejo régimen autoritario y corrupto, en la jerga política se ha dicho que es el gobernador quien decide las candidaturas del PRI, sencillamente por que tiene autoridad omnipotente, en la actualidad con mucho más razón virtud a que en Nayarit el jefe del Ejecutivo ha convertido su territorio en coto de poder ante la ausencia del guía político nacional, es decir, el Presidente de la República. Pero no es honesto promover candidaturas políticamente manipulables.
Aunque entre grupos, organizaciones y sectores priistas hay inconformidad, rechazo a la forma en que se decidió la selección de los candidatos, el silencio por disciplina los presenta como verdaderos timoratos, los hace ver como simples mequetrefes sin principios ni convicción para luchar por la democratización de su partido.
Ante tales acontecimientos, y si las circunstancias favorecen para que su jefa política, Beatriz Paredes, continué como presidente del PRI nacional, lo más seguro es que el gobernador Ney González quiera dejar a un incondicional como sucesor.
Mail: osgobi@hotmail.com
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