>En algunas ocasiones nos vimos en la ciudad de México; cuando estuvo en el Fonafe como jefe de prensa, aquel dorado reducto de los náyaros en la alocada presidencia de Luis Echeverría Alvarez; Chepo Gascón se llevó a muchos de ellos, destacaron, Alejandro López Díaz como jefe de Delegaciones estatales; Francisco Javier Sandoval Torres como asesor especial encargado de la elaboración de programas de política ejidal.
Lo impresionante de Jonás Jaime Flores Carrillo, el hijo menor del músico Zenón Flores, quien compuso la famosa pieza “El zopilote mojado” es que en ninguno de los puestos que estuvo a lo largo de su carrera política y administrativa, el espacio le satisfacía, todo le quedó chico, y con esa voluntad transformadora, hacía cosas inauditas.
Allá en el Fonafe, al llegar a la oficina de prensa tenía solo una máquina de escribir y una secretaria, al cabo de pocos años que salió de ahí para buscar mejores horizontes en el servicio exterior mexicano, ya el Fonafe tenía hasta una sala de proyección para las películas que se elaboraron dentro de aquella parafernalia de crear Fideicomisos de todo tipo y por doquier del territorio nacional, con tal de sacar de pobres a los campesinos; el paternalismo del presidente de la república en turno en su mayor esplendor de andar regando el dineral en todo México.
Jonás junto al Chepo Gascón que fungió como director del Fonafe, y todos los demás náyaros metropolizados les ayudó en tales menesteres.
Luego, su inglés bostoniano le ayudó a iniciarse en Relaciones exteriores, su primera chamba fue posta diplomático, esos funcionarios trajeados que llevan las maletas diplomáticas a las sedes de las embajadas mexicanas en el primer mundo, con una cadena en la muñeca derecha y una esposa metálica con llave. Jonás lo disfrutaba en demasía, esperaba participar en alguna intriga diplomática entre Washington-México-La Habana.
Después llegó a vicecónsul de la embajada con sede en La Habana Cuba, precisamente; cuando le llega de súbito la noticia de que el entonces coronel José Rogelio Flores Curiel sería el candidato del PRI al gobierno del Estado; no pudo desembararse pronto de sus responsabilidades en Relaciones Exteriores, y llega tarde a la campaña del que sería gobernante.
Muchos jóvenes y otros no tanto, ya teníamos proyectos en ejercicio en la misma y ahí Jonás llega para demostrar que “he invertido mucho en el proyecto de Rogelio..” desplaza con poca urbanidad política a quienes en el círculo cercano de Flores Curiel por parte de la CNOP de Félix Torres Haro, ocupaban ya responsabilidades.
LA AUDACIA DESPLEGADA
Jonás Flores, a la par que mantenía su cercanía con el candidato en campaña, inicia un proyecto mercantil con una empresa denominada “Publimagen” nos demostraba a quienes fuimos sus primeros colaboradores que la dualidad en la política de andar en campaña y hacer negocios no era criticable.
Era un melómano increíble hasta llegar al hartazgo; inició una técnica de administración de todos sus trabajos que para mucha gente era algo inusitado; supo hacer programación y planeación de la agenda política del candidato electo y tales ocupaciones no le impidieron hacerlo en su empresa.
Don Rogelio remodela la Ley orgánica del poder ejecutivo y se crean las direcciones generales en lugar de las secretarías; nos fuimos con Jonás a la Dirección general de comunicación, para Jonás fue la espléndida oportunidad de demostrar todo lo que se podía hacer con este nombramiento, en unos cuantos días, el ala de la calle de Abasolo en Palacio de Gobierno era nuestra, con todo y mezanines intermedios.
Antonio Echevarría como tesorero, deveras sufría con las requisiciones de Jonás para nuestras dependencias, desde grabadoras y cassetes hasta un carro Volkswagen; Flores Curiel le respondió siempre con creces, acreditó que era su protegido, luego lo hizo diputado por el distrito de la sierra y al final, se lo heredó a Don Emilio “eme” González.
Una serie de acontecimientos interiores, resolver encrucijadas que la vida le puso, sumergirse a los excesos del hedonismo, le llevaron a iniciar un cruzada con Dios y su nueva religión, alternativa de la cristiana; su personalidad fue la misma pero con bienaventuranzas, poco a poco reconoció sus excentricidades y se atrevió a pedir perdón a quienes en alguna ocasión ofendió.
En una de esas buenas reuniones que hacía el caudillo, ya gobernante, junto a Don Rogelio me pregunta mi personal opinión sobre la conversión al cristianismo de nuestro amigo Jonás Flores; mi respuesta hizo que se sonrieran los dos grandes amigos, el ex gobernador y el gobernante en ejercicio, mas el aludido, soltó un sonora carcajada ante mi definición: “Jonás ha sido tan inteligente que nos hace creer que cree en Dios…”
Al igual que Víctor Pineda, se iniciaron en el periodismo de opinión con estilos muy heterodoxos, fueron políticos que hicieron periodismo; con su singular estilo hizo híbridos de los géneros pero a fuerza de tesón y voluntad creó su propia imagen de excelente comunicador.
Todo lo aprendido en la academia de Muñoz Cota en el “de efe” desde hace años lo volcó sobre muchos jóvenes, hombres y mujeres que abrevaron sus enseñanzas y peculiar estilo de explorar la cultura universal y el sistema político mexicano.
Flagelado por un cáncer de varias expresiones que minaron su salud, luchando con su diabetes desde hace lustros, Jonás acreditó pundonor para tratarse, guardó la compostura de hombre lúcido y exigente de cara a los hombres del poder.
En su lado íntimo, familiar, luchó hasta lo indecible por sus hijos, desprendido con el dinero en serio, de hecho fue un manirroto cuando se trató de apoyar a los suyos; fue un cristiano que no pudo nunca ser humilde, su talento, experiencia y cultura universal era un traje demasiado grande para conducirse como esos creyentes que se arrepintieron de su vida disipada.
Nunca pudo ser como ellos, porque Jonás Jaime Flores Carrillo fue un excéntrico irrepetible; hemos perdido a un gran amigo, un singular periodista; un hombre que se entregó a su manera a los ideales de la cultura y de su postrera vocación cristiana.
De lo mas íntimo de mi sentir, deseo que ya descanse en paz, sufrió con decoro llevar su enfermedad a cuestas los últimos años; compartí con él durante los últimos 35 años, toda la gama de experiencias políticas y periodísticas; en mas de alguna ocasión fuimos descarriados profesionales.
De seguro, cuando se le abrieron las puertas del eterno oriente, antes de conocer el espacio que le tenían ya reservado, pidió que pusieran el concierto de trompeta de Vivaldi, escanciar un buen tinto, dando instrucciones para que no le molestaran por un par de horas, tenía que leer algunas columnas periodísticas de sus amigos para enterarse como andaba el mundo..
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