Plagiado

- Jun 22, 2009

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Dr. Agustín Lascazas

Les cuento la historia como me ha ido llegando.

Mientras yo me daba a la molicie de una noche mediterránea con mi familia y un grupo de queridos amigos, varios ojos escrutadores buscaban en la maraña de la red de dónde diablos había sacado un sujeto feo como un moco un artículo con el que había ganado un premio de esos que regalan los estados a los periodistas que les son serviles. Al parecer el elevado estilo del artículo de marras, uno que hablaba de la pasada epidemia paralizadora, no podía haber salido de la pluma del sujeto galardonado de cuyo nombre no quiero acordarme.

Yo despedía a los últimos noctámbulos jaraneros cuando, me cuentan, a las cuatro de la mañana los prodigiosos buscadores del Aleph dieron con la fuente del artículo y con el autor del mismo. Se había confirmado su sospecha: El mercenario premiado se había robado vilmente el texto y, lo que es peor, tenía varios meses plagiando artículos para ir publicando y seguramente cobrando por un trabajo que no le pertenecía.

El viernes pasado por la mañana yo estaba rumiando achaques, jaquecas y náuseas cuando me llamó la licenciada Rosalina Ramírez.

-Tengo que contarle algo muy importante -me dijo.

Yo que estaba intentando recuperar el alma que había volado a las Nereidas pensé que se había caído un avión sobre mi oficina o alguna cosa así de grave. La licenciada me explicó.

-Llamaron de Tepic para avisarnos que un periodista de allá se ganó el premio estatal de periodismo...

A mí esa noticia me resultaba particularmente insignificante. La cola de la frase fue la que me reveló la importancia de la noticia.

-...nos dijeron que el artículo que ganó el premio se lo plagiaron a usted.

¡Pues que me coma un pez! Exclamé para mis adentros todavía sin entender bien los detalles del asunto. Espabilé y recuperé la entereza y me vine de inmediato al diario para conocer los detalles de la noticia. La licenciada que ya había hablado con varias personas de la capital nayarita me tenía preparado un documento que publicó el portal "nayaritenlinea.net", donde daban los pormenores: Un sujeto que al parecer piensa que yo escribo muy bien y le dio por robarse el fruto de mis sudores neuronales ganó el premio estatal de periodismo que entrega la Universidad de Tepic (o de Nayarit) por un artículo al que no le modificó ni las comas y que presentó sólo cambiándole el título.

El documento que me mostraron presenta a un tipo torvo, de mirada caída y siniestra, en una de esas imágenes donde los sujetos salen con un letrerito que muestra el número de la averiguación previa correspondiente. Sin las líneas que explican el caso uno pensaría que ese tipo más que plagiario es un gángster caduco y en desgracia.

Ya en la oficina recibí algunas llamadas desde aquella ciudad, una de ellas la del licenciado Palacios que me cuenta sobre la ralea del sujeto, que parece ser uno de esos malvivientes que encuentran en el ejercicio del periodismo -lo que es un decir- la forma de allegarse al poder y de ejercer con un halo de presunta legalidad el oficio de la extorsión. Más tarde me enteré que el comité universitario que entregó el premio había llamado para reportarse, para extender una disculpa y para informar que el plagiario iba a ser despojado del galardón.

Hasta ahora nadie ha llamado para pedirme la dirección dónde mandar el cheque del premio que, supongo, me gané yo.

A mí el asunto en general me resulta divertido, pues ya saben que a mí me gana la risa. Amigos y familiares me advierten de la gravedad del asunto y hay quienes me reclaman acciones legales contra el sujeto plagiador, mismas que no pienso emprender pues no voy a entretener a nuestras autoridades judiciales -que no dan una- de sus caros deberes para que se ocupen de un asunto que en el fondo es vergonzoso, pero que en lo que a mí respecta no deja de ser halagador y risible.

-Vamos a Tepic -me sugiere el Senador que al parecer anda urgido de unas vacaciones.

A mí la mera idea de encontrarme al sujeto que sale en la fotografía mencionada me causa una angustia horrorosa. Por mí que con su pan se lo coma.

Luego me entra la paranoia y supongo que periodistas deshonestos de los que sobran en todas partes están hinchándose de dinero copiando mis artículos ya en diarios escritos en castellano o ya en periódicos del Kirguistán. Yo aquí tan tranquilo, sufriendo horrores para cumplir con las horas de cierre y una tropa de parásitos cobrando y ganando premios a mis expensas.

En una de esas pienso que más de alguno se ha ganado ya el Alfaguara o el Rómulo Gallegos con ideas o textos de mi autoría. Desecho esa idea porque una, más terrible, cruza mi frente como un rayo quemador: ¿Y si la novela que le entregué a un reconocido escritor para su lectura ya está en las prensas para ser publicada con el nombre de otro? ¿Y si esa novela le da a ese otro la fama que a mí se me niega? ¿Y si aquél gana el Nobel o el Cervantes mientras que yo sigo aquí sin salir de Perico Perro?

¡Cuánto sufrir, Jesús del Huerto!

Ya para terminar una reacción a un comentario que leí en un blog donde se hablaba del caso. Mutatis mutando se pedía castigo para la rémora copiadora de esta historia y luego se exigía "rehabilitar a Agustín Lascazas", o sea al escribidor que escribe -se los juro- estas líneas. Agradeciendo la idea tengo que decir que gracias, pero hasta donde yo sé no necesito que nadie me rehabilite. La cara que tengo se me puso así de tanta desvelada, pero supongo que con dormir un poco me compongo.

(Y que t... a su m... el que copie este artículo).

 

* Se reproduce con autorización del autor

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