>No creas tener derechos,
no creáis que se puede esperar
legítimamente que las cosas
ocurran conforme a la justicia.
Simone Weil, Cuadernos II
El despido de las mujeres funcionarias en el actual gobierno de Nayarit documenta uno de los casos de prepotencia contra las mujeres en general. La forma como se despide a las mujeres implica que las mujeres del poder no tienen poder ni nunca lo tuvieron.
La salida de la función de la Mtra. Corina Ramírez, Directora del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes; la M. en C, Luz María Parra Cabeza de Vaca, Directora del Instituto para la Mujer Nayarita y de Emilia Castellanos Gutiérrez, Directora del Instituto Nayarita para la Juventud (entre las más recientes), fue con el mismo formato: en un acto público, el Gobernador del Estado anuncia el reemplazo. Así, simplemente en un golpe mediático.
Es claro que el gobernador es responsable de nombrar a sus funcionarios/as, lo que me parece un abuso contra las mujeres, e incluso, una forma de discriminación, es la forma como se les despide.
Porque en la historia reciente del poder público, en el presente sexenio, no han existido despidos de funcionarios hombres con ese formato, lo cual implica que en el caso de los hombres se siguen otras normas “por ser hombres”. En cambio, a las mujeres se les puede despedir igual que se despide a una persona sin derechos.
A los hombres se les trata de iguales, a las mujeres se las despide como inferiores.
Prácticamente no ha habido despidos de funcionarios hombres, lo cual también habla de la mayor rotación de mujeres funcionarias ¿por qué los hombres permanecen más en el funcionariado que las mujeres? En los casos en que ha habido cambio de funcionarios, generalmente se trata de movimientos para que asuman otro cargo, pero no quedan fuera del gobierno.
A las mujeres funcionarias se les despide poniéndolas en ridículo. Sólo el pequeño círculo de amigos/as y familiares se convierte en el grupo solidario ante el cambio. El cambio se da sin que medien evaluaciones del desempeño de la función. En todos los casos, las primeras sorprendidas por el despido son las propias funcionarias.
¿Cuántas mujeres quedan hoy en los primeros niveles de gobierno? ¿Se puede hablar todavía de un gobierno de paridad?
Desde el poder, se dan tratos diferenciados a hombres y mujeres. No importa que estas últimas también hayan sido llamadas a la función. La discriminación, el despotismo, la exclusión y la inferiorización se convierten en parte del trato dado a las funcionarias mujeres por “ser mujeres”. No se trata así a los varones. Eso se llama sexismo, la discriminación basada en el sexo. Que lo ejerzan los gobernantes, habla de la distancia abismal entre una sociedad basada en derechos y respeto, contra las prácticas abusivas basadas en el predominio de la ley del más fuerte, de los hombres.
Socióloga de la Universidad Autónoma de Nayarit lpacheco@nayar.uan.mx
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