La reforma en la UAN nació "mocha"

- Feb 3, 2011
>• Contrarréplica a Porfirio López Lugo, secretario general del SPAUAN No me gustaría utilizar calificativos, pero la visión de la historia universitaria que tiene el dirigente del SPAUAN, Porfirio López Lugo, es bastante pobre y articulada en un discurso donde el balbuceo denota la ausencia de ideas claras. Eso al menos se evidencia en la nota publicada en un periódico local, con fecha del primero de febrero y titulada “La UAN es una gran alternativa para los nayaritas: Porfirio”. Tampoco podemos atribuir las fallas de expresión a nuestro amigo Jorge Contreras, quien la firma, puesto que lo conocemos y sabemos que se trata de un periodista de larga y productiva experiencia, bastante pulcro, por lo demás, en cuestiones de redacción y objetividad. Eludiendo cuestiones personales, pasemos a discutir las dos o tres cosas importantes que manifestó el dirigente, aunque estén pésimamente planteadas. El señor Porfirio señala en la citada entrevista que “en la administración del maestro Francisco Javier Castellón se vio en al necesidad de discutir  una reforma y se dieron los primeros pasos, con el apoyo del Congreso del Estado a una nueva (sic) ordenamiento jurídico (sic) en la Ley Orgánica de la UAN”. Por supuesto que los primeros pasos a favor de un cambio fueron y siguen siendo, no sólo encomiables, sino también históricos. Sobre esto hay que dar crédito a muchos universitarios anónimos y comprometidos, aunque sean amigos de varios ex rectores y funcionarios valiosos, concientes del momento vivido. Ya sabemos que su voluntad de exclusión y de ninguneo se volvió, de pronto, tan fanática, que el dirigente piensa convertirnos en enemigos para desviar la atención de los problemas esenciales que hay que resolver. Nosotros tenemos casi diez años, pensando, proponiendo, construyendo y cometiendo errores también (somos humanos), pero sin perder de vista los objetivos institucionales a alcanzar. Diez años que usted quiere borrar de un plumazo sólo porque se siente poderoso al frente de una cómoda dirigencia sindical. Le recuerdo que usted no llegó por méritos propios al SPAUAN. Llegó ahí gracias a la desafortunada muerte de Pablo García Galaviz, universitario inteligente que apoyó, este sí, en lo que estuvo a su alcance, la construcción del nuevo modelo. Usted sólo se aprovecha hoy de la estructura política que dejó aquel dirigente de tan grata memoria. En fin, hay que dar crédito a muchísimas personas en este aspecto, en especial, también, al ex rector Castellón Fonseca, por su gestión visionaria. Claro que los cambios a los documentos básicos que usted menciona supusieron un trabajo colectivo de calidad y participativo. No obstante, le recuerdo que las resistencias internas dieron como resultado una Ley Orgánica mutilada en lo fundamental: además de restarle el poder de gestión indispensable para su estructuración, se impidió que las áreas de conocimiento tuvieran asiento legal en dicho documento. Se les condenó a trabajar en una suerte de marginalidad o periferia vergonzosa, ¿para qué creen?, ¡pues para impedir que los cambios esenciales del modelo realmente se concretaran! Le diré lo que esto ha significado hasta ahora: ha significado trabajar en el vacío, lo que equivale a construir un edificio sin cimientos; a ser ingeniero pesquero, sin dedicarse a la pesca, o  a ser dirigente de un sindicato académico, sin tener capacidad ídem. Le recuerdo que la idea de crear áreas de conocimiento es para favorecer el trabajo interdisciplinario, el intercambio de conocimientos y estimular la investigación multidisciplinaria. Quizá estos conceptos sean demasiados para su cabecita. Lo cierto es que la Reforma nació mocha, no por vocación, sino porque la mocharon. Con este vacío legal y carente de valor político institucional, se ha condenado a las áreas a jugar a la escuelita: es imposible dar, así, los pasos que faltan para consolidarla, por lo menos en lo que se refiere al Área de Ciencias Sociales y Humanidades, que es donde laboramos. Pese a ello, gracias a muchos universitarios, se obtuvieron logros irreversibles. También señala usted que “en ese mismo tiempo (es decir, en los tiempos de Castellón), se operó el populismo de la educación superior y se implementó (sic) carreras nuevas, de poca efectividad”. Fuera de la ofensa al ex rector que ahí se hace, reconozco que esto que afirma es bastante ilegible. Pero igualmente se nota que ignora el signo de los nuevos tiempos. Construir un modelo académico flexible significa, entre otras cosas, la capacidad de ofrecer carreras demandadas por la colectividad, sea por las necesidades del mercado, sea por necesidades sociales. Esta flexibilidad debe permitir a los académicos monitorizar constantemente el entorno, con criterios de pertinencia construidos por los propios académicos, para efectuar, sobre esa base, las ofertas educativas correspondientes. Esto es difícil realizar cuando se mantienen las estructuras administrativas verticales y cuando la intromisión de los intereses políticos clientelistas alteran el sentido de las prácticas académicas genuinas. Para finalizar, señor dirigente, sólo le dejaré al aire algunas preguntas: ¿Es un universitario comprometido quien utiliza el sindicato como trampolín para obtener una candidatura a la presidencia municipal de San Blas, “por cualquier partido”, sea del PRI, sea del PAN o del PRD y al costo que sea? ¿Es realmente, usted, alguien comprometido con la administración de nuestro Rector, Juan López Salazar, cuando traiciona los valores que el Contador trata de promover, entre ellos el del respeto y reconocimiento al trabajo de los demás? ¿No ataca usted todo el fundamento ético del discurso de la administración actual al tratar de imponerle a sus pares e impares una política facciosa y de histérica exclusión? No tiene que responder, señor. Sólo modifique su posición y actitud a favor de nuestra universidad. Sólo eso. * El autor es periodista y catedrático de la UAN

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