Para ganar, Humala tuvo que moderar el discurso

- Jun 7, 2011

>• El presidente electo de Perú abrazó la moderación, adoptó nueva ropa y escondió sus ideas extremas, apoyado por asesores brasileños

Perú.-  Al hoy presidente electo de Perú, Ollanta Moisés Humala Tasso, lo alimentaban de política desde que estaba en la cuna. Al igual que sus ocho hermanos, cada biberón de sus primeros años iba acompañado con las ideas de su padre, el dirigente Isaac Humala, basadas en una conjunción de socialismo y etnología incaica (bautizado Etnocacerismo), una filosofía que él acuñó y luego regó por donde pudo.

Isaac y su Etnocacerismo sostuvieron siempre que los peruanos de raza cobriza necesitaban una revancha contra los blancos detentores del poder económico. También creyó que era justamente Ollanta (que en quechua significa "el guerrero que todo lo mira") quien llegaría a la presidencia. No sabía cómo ni cuándo.

Tras cursar el bachillerato en el colegio Peruano Japonés de Lima, Humala ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos, a los 20 años, en 1982. Un año después hizo el curso para cadetes en la Escuela de las Américas.

Pocos años después, Humala y su hermano Antauro darían de qué hablar en sus carreras militares. El hoy mandatario electo estuvo destinado en 1991, cuando era capitán, al cuartel de Tingo María, (Departamento de Huánuco). De allí se trajo recuerdos de la guerra contra Sendero Luminoso y denuncias por excesos y violación de derechos humanos contra la sociedad civil en la región de Madre Mía, que aparecieron cada vez que ha sido candidato, pero nunca han sido probadas ante la justicia.

Ambos hermanos representaban en de las Fuerzas Armadas la cara visible del Etnocacerismo de su padre. Los dos protagonizaron en septiembre de 2000 el levantamiento militar en Locumba, para exigir la renuncia del presidente Alberto Fujimori, reelecto en julio de aquel año mediante un fraude electoral. Para muchos de sus detractores, ese movimiento "fue un cortina de humo para que pueda escapar del país Vladimiro Montesinos", lo que nunca fue probado.

Esos episodios, más la sospecha de que en 2005 habría apoyado el ataque de su hermano Antauro a la delegación policial de Andahuaylas, fueron los ingredientes con los que se amasó la desconfianza sobre su figura en 2006, cuando cayó derrotado ante Alan García en las elecciones presidenciales.

Humala dejó las armas cuando Fujimori se fue a Japón y luego fue readmitido en el ejército por el presidente Valentín Paniagua, quien lo recibió personalmente. Para entonces ya llevaba un año estudiando un posgrado en Ciencias Políticas en la Universidad Católica, donde conoció a parte del que hoy es su equipo económico.

Luego, el presidente Alejandro Toledo (2001-2006) lo designó como agregado militar en Corea del Sur y en Francia, donde aprovechó para estudiar derecho internacional y un master en Defensa. Ya tenía la presidencia entre ceja y ceja.

Casado en segundas nupcias con su prima, la socióloga Nadine Heredia, tiene dos hijas (12 y 7 años) y un niño que nació durante la campaña (de cinco meses) y que llegó con más que "un pan bajo el brazo": con la presidencia.

Tras el episodio de Andahuaylas protagonizado por Antauro, Ollanta abandona definitivamente la carrera militar y funda el Partido Nacionalista. Se hace fuerte en el empobrecido sur del país, pero fracasa en su primer intento por lograr la presidencia, con la ayuda económica y política de Hugo Chávez.

En estas elecciones, Humala mostró moderación y que en cinco años, con la ayuda de su esposa y los asesores brasileños encabezados por Luis Favre (cercano a Luiz Inacio Lula Da Silva), logró quitarse la mueca marcial de su rostro, fruto de 25 años de vida cuartelera. Aprendió la lección y lució más informado, dándole lugar a nuevas ropas y nuevos colores para reemplazar "al rojo, rojito" tan bolivariano. El resultado fue asombroso, dicen los que lo conocen a Humala desde hace años.

"Nosotros con Humala teníamos el ingrediente, y lo que hicimos con nuestra labor de marketing político fue agregarle sal y potenciar sus cualidades", explica Favre a EL UNIVERSAL. El resultado no se hizo esperar. Ganó la primera vuelta y abrió las puertas a sectores más moderados y a la mismísima familia Vargas Llosa, no sin antes moderar más su programa económico y político, jurando respetar las instituciones. No dejó promesa por hacer, montado en su caballito de la distribución social qué es lo que más necesita el país para consolidar sus éxitos macroeconómicos de la última década.

Ayer, cuando lloró de emoción junto a su familia y colaboradores, Humala pareció entender que no era con los tradicionales golpes militares que llegaría a la presidencia, sino con los votos y con la ayuda de por lo menos medio país.

 

 

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