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- Mar 21, 2012

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La primavera trae un temblor que nos deja sin aliento pero con la certeza de que vivir es un privilegio y la posibilidad de cada día, un regalo.

Ciudad de México, año 2012. Martes 20 de marzo. Estamos todos bien: asustados, frágiles, vulnerables, infinitamente humanos.

Tiembla y parece que la tierra va a abrirse. Mientras el dulce sol del mediodía nos deslumbra.

El temblor nos deja perplejos, anonadados, sin electricidad, ni teléfonos, desnudos en nuestra frágil humanidad.

Una extraña sensación de solidaridad me cobija, de empatía, de cercanía con el vecino, con el extraño que mira asustado la profunda suerte de seguir vivo.

Hoy, como hace 25 años, sobreviví a un temblor. Más frágil, más humana, más viva que nunca.

 

La autora de este artículo, Lorena Elizabeth Hernández, originaria de Tepic, es escritora, dirige
'Se Habla Español consultoría', una empresa cultural con sede en la ciudad de México y se dedica 
a la promoción de la lectura con participaciones en W Radio y el Instituto Mexicano de la Radio.

Fotos: AP. Todos los derechos reservados.


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