Lo que mal empieza mal termina, dice el refrán. Por lo mismo nada de extraña tiene la decisión de Alejandro Galván Araiza de renunciar a su militancia priísta para aceptar la candidatura del PAN a la diputación federal por el II distrito con cabecera en Tepic.
Y es que si en algo ha sido congruente el señor Galván es en su incongruencia política: se anidó en el PRI durante el sexenio anterior, cuando tras hacerse de unas de las fortunas más impresionantes y rápidas se convenció de que podía ser el candidato del PRI a la gubernatura de Nayarit. Cobijado en lo comercial y en lo político por su compadre Ney González, el empresario Galván derrochó buena parte de su fortuna haciendo una precampaña que nunca le sirvió para posicionarse.
Por ello, a la hora de las definiciones, Ney González tuvo claro que con Galván no tenía las mínimas posibilidades de retener la gubernatura. De cualquier forma eso es algo que jamás sabremos, porque a Ney González ya no le tocó imponer sucesor, fue el CEN del PRI, léase Enrique Peña Nieto, quien inclinó con contundencia la balanza a favor de Roberto Sandoval Castañeda.
Pero más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece: a manera de consolación Alejandro Galván recibió una candidatura a diputado local ¡por el PANAL! Tras ganar la elección Galván fue fiel a sus principios y su primera gestión como diputado fue anunciar su renuncia al Panal para reafiliarse al PRI, donde evidentemente fue bien recibido de nueva cuenta.
Para su desgracia Alejandro Galván se creyó el cuento del político independiente y arrancó una campaña en contra del Impuesto a la Tenencia, lo cual generó malestar en Palacio de Gobierno. La publicación del expediente que exhibía la forma en que Alejandro Galván recibió importantes recursos de manera ilícita provenientes del gobierno estatal durante el sexenio de Ney González fue suficiente para que volviera al redil, donde se mantuvo el resto de su tiempo como legislador.
Ya hacia el final de la legislatura recuperó su activismo anunciando su intención de buscar la candidatura del PRI a la diputación federal por el II distrito de Tepic, a sabiendas de que el cargo estaba reservado para Gianni Ramírez, el hombre del gobernador. De vuelta a su realidad, Alejandro Galván tomó la decisión de su vida y anunció que aceptaba la candidatura del PAN a la misma diputación, abriendo la duda para los analistas: ¿su decisión es personal y aislada o forma parte de un proyecto político más amplio que busca recuperar el control político de Nayarit?
O en palabras más claras: Alejandro Galván finalmente toma decisiones por sí solo o sigue acatando las órdenes de Ney González. La respuesta parece ser la inicial, porque no se ve cómo Ney González pudiera intentar regresar al poder usando como punta de lanza a Alejandro Galván, un personaje que al igual que Omar Reynozo hace mucho que es víctima de su Principio de Peter.
Lo que sí nadie discute es que la postulación de Alejandro Galván representa un problema para muchos en Nayarit, tanto al interior del PRI como al interior del PAN. A primera vista parece claro que Galván no tiene posibilidades de ganar la diputación federal el 7 de junio, pero si lo consiguiera sería en automático una piedra en el zapato de precandidatos como Polo Domínguez y Antonio Echevarría García. Al mismo tiempo generaría un pequeño cisma al interior del PRI porque se le vería como parte de una estrategia por disputarle el poder a Roberto Sandoval. Lo más seguro es que Galván pierda la elección y la sucesión vuelva a la normalidad en los diversos frentes de batalla.
De cualquier forma sería muy importante que Ney González Sánchez se pronunciara al respecto, para que quede claro que Galván ya no forma parte de su séquito, o para que quede claro que sí. A fin de cuentas el que gana es el PRI, porque finalmente se libra de un político oportunista que siempre trabajó pensando en su beneficio personal, será a partir de hoy responsabilidad de los panistas mantenerlo.
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