Si en el 2006 se le endilgó a Andrés Manuel López Obrador el famoso calificativo de “un peligro para México”, hoy no es exagerado advertir que el polémico alcalde de San Blas Hilario Ramírez, Layín, empieza a perfilarse como un auténtico peligro para Nayarit.
La frase de entrada sonará agresiva y exagerada para miles de simpatizantes que ven en Layín un moderno Robín Hood que viene a revolucionar las reglas de la política mexicana, en la cual estaba vedado reconocer que un presidente municipal roba en el ejercicio de sus funciones. La candidez de Hilario Ramírez al reconocer que “robé pero nomás poquito” le generó miles de simpatías, porque finalmente los nayaritas y los mexicanos tenemos un político honesto, ladrón pero no mentiroso. Y eso a medias, porque evidentemente lo que Layín se robó de las arcas públicas no fue poquito, algunos cálculos emanados del Órgano de Fiscalización Superior estiman en unos 20 millones de pesos el tamaño del desfalco cometido durante el primer gobernó de Layín en San Blas, motivo por el cual quien fuera su tesorera en dos ocasiones, Argelia Ramírez Cruz, ya está destituida, inhabilitada y sujeta a proceso penal.
Nunca antes en la historia de Nayarit un político de segunda división había llamado tanto la atención de los medios de comunicación nacionales, aunque por desgracia no ha sido por su talento o su desempeño como gobernante, sino por sus desfiguros. La popular Adela Micha lo proyectó a nivel internacional con una larga entrevista que terminó sin pena ni gloria, y apenas la semana pasada el prestigiado periodista Sergio Sarmiento le dedicó una columna completa en el diario Reforma. En la misma columna el experto en imagen pública Víctor Gordoa califica a Layín como “un genio propagandístico”.
En realidad no hay ninguna genialidad tras el lamentable desempeño público del alcalde de San Blas, sino gravísimas evidencias de una mente alterada que en combinación con altas dosis de poder puede terminar germinando un peligroso caldo de cultivo. Porque una cosa es que Layín sea el rupestre y pintoresco alcalde de San Blas, uno más de los miles de alcaldes primitivos que abundan en toda la geografía nacional, y otra cosa muy distinta que pretenda convertirse en el próximo gobernador de Nayarit.
Reconocer que robó pero nomás poquito no pasa de ser una vacilada, pero levantarle en dos ocasiones la falda a una jovencita con la que bailaba frente a más de 20 mil personas es algo digno de un siquiatra, por más que algunos lo festinen como divertido. Y si esto fuera lo único disonante en el desempeño público y privado de Layín no habría mayor problema, lo malo es que eso es una constante, porque estamos hablando de un personaje que públicamente declaró a la televisora norteamericana Univisión tener, en octubre del 2014, 10 mujeres y 16 hijos reconocidos.
En un escenario donde los políticos corruptos son la constante, el surgimiento de un político emanado del pueblo, sin educación y con mucho dinero para repartirlo entre las multitudes, representa una bocanada de aire fresco entre millones de electores hartos de políticos mentirosos que roban y mucho. En ese contexto Layín es una nueva versión de Vicente Fox, sólo que con el plus de haber llegado al poder como candidato independiente, esto es, sin el respaldo de algún partido político, aunque su primera incursión en la alcaldía haya sido bajo los colores del PAN.
Como alcalde de San Blas Layín no es una amenaza más que para los cientos de doncellas que pululan en los alrededores de la presidencia municipal, de ahí en fuera seguramente robará poquito porque el presupuesto municipal no le permite robar mucho. El peligro real surge cuando empieza a proyectarse como una opción muy viable para convertirse en el próximo gobernador de Nayarit, según lo registran algunos estudio de opinión levantados recientemente.
Y el peligro no consiste en que Layín sea el próximo gobernador y finalmente pueda robar mucho, porque sus propias limitaciones intelectuales le impedirían robar a lo grande, como sí lo han hecho otros exgobernadores que han salido multimillonarios del Palacio de Gobierno. El peligro latente es que tras alcanzar el poder impulsado por el verdadero pueblo nayarita termine tras las rejas víctima de sus excesos, dando al traste con el sueño de millones de mexicanosque estamos convencidos de que las candidaturas independientes son la única opción para librar a este país de las garras de políticos y partidos corruptos que sólo se aspiran al poder para seguirse enriqueciendo.
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