Crónicas desde un infierno llamado Vallarta

- Jul 18, 2016
  • Como nunca antes la inseguridad afecta a los vallartenses. Como siempre las corporaciones policiacas son incapaces de poner un alto a todo tipo de criminales que lo mismo asaltan que asesinan a plena luz del día o al amparo de la oscuridad.

Puerto Vallarta.- Nadie la oyó gritar. Ni siquiera el olor de su carne incinerada llamó la atención de los miles de vecinos que habitan en los alrededores de la zona donde fue asesinada. Fue a las 9 de la mañana del día siguiente cuando los vecinos reportaron la presencia de un cadáver en la rivera del Río Pitillal, a espaldas del conocido casino Las garzas.

Sin nada que la identificara, tan solo unas cuantas prendas y un anillo en su dedo, la mujer de entre 20 y 30 años de edad permanece en calidad de NN, sin que hasta el momento las autoridades hayan dado mayores datos en torno a su violenta muerte.

Nadie la ha reclamado en las redes sociales, lo cual es extraño en esta ciudad donde el Facebook está repleto de anuncios de desaparecidos, lo mismo de personas que mascotas. Ningún marido parece buscarla, ningún hijo se extrañó al no verla llegar a casa ese fin de semana. Extrañas formas tiene la muerte para escoger a sus clientes.

SEGUNDO MOVIMIENTO

Nunca se imaginó la aventura que estaba por vivir ese viernes, al salir de la sucursal de Banamex ubicada en la esquina de Francisco Villa y Fluvial Vallarta. Después de haber realizado un depósito en la cuenta empresarial, el joven fue abordado por un sujeto armado, justo cuando se subía a su vehículo.

Frente a algunos testigos que fingieron no ver nada, el jovencito fue obligado a subir a su vehículo para partir con rumbo a las afueras de la ciudad, en la zona serrana del municipio, donde fue amenazado hasta el cansancio. Para su fortuna los criminales se habían equivocado, creyeron que había salido del banco luego de retirar dinero, cuando en realidad había acudido a depositar el dinero de las ventas del día anterior.

“Lo que más me duele es que fue secuestrado delante de muchos testigos que no hicieron nada, ni siquiera se atrevieron a denunciar el hecho” –recuerda su padre con una tristeza mezclada con frustración y decepción. Debe ser muy doloroso saber que estamos solos cuando ellos vienen por nosotros.

TERCER MOVIMIENTO

Día de nómina en un sábado como cualquier otro día. Con 250 mil pesos en sus bolsillos Federico, que también podría llamarse Manuel o como usted lo prefiera, salió de la sucursal de Banamex ubicada en la esquina de Francisco Villa y Fluvial Vallarta y abordó su vehículo con dirección a su taller.

Nunca se percató de que dos sujetos lo seguían a bordo de una motocicleta, por eso llegó confiado hasta la puerta de su negocio. Fue hasta que escuchó la voz tronante a sus espaldas cuando el mundo se le vino abajo.

¡Dame el dinero! –le ordenó uno de los sujetos, el cual portaba una pistola tipo escuadra, mientras el otro aguardaba desde la motocicleta.

“Por mi mente pasó todo tipo de ideas, sentí una enorme rabia, unas ganas de enfrentarme a golpes con los sujetos, pero me contuve porque adentro del negocio estaba mi hija esperándome” –recuerda Manuel, o Federico, al revivir esa amarga mañana en la que nadie lo ayudó.

CUARTO MOVIMIENTO

Era la primera operación de su naciente empresa. Con más de 100 mil pesos salió de la sucursal de Bancomer de Plaza Caracol y se encaminó hacia el estacionamiento. Faltaban pocos metros para llegar a su vehículo cuando sintió el cañón de un arma corta rascándole la espalda y la voz agresiva de un sujeto diciéndole que eso era un asalto.

Todo fue como en película: el miedo, la adrenalina, el dinero entregado, las amenazas, la cara burlona del asaltante, la impotencia, las lágrimas, la impunidad, la rabia de saberse asaltado a plena luz del día en el corazón de la ciudad sin que nadie pueda ayudarle.

Semanas después del asalto todavía no puede superarlo, el miedo lo acompaña desde entonces, suda por las noches y despierta a mitad de una pesadilla, su esposa lo mira con ternura pero ni siquiera ella puede ayudarlo.

QUINTO MOVIMIENTO

Marca desde su celular y pide hablar fuera del aire. Frente al micrófono de Radiorama los periodistas hablamos de la inseguridad que afecta a Puerto Vallarta y de la incapacidad de los policías por combatir a los delincuentes.

Es un policía de línea, de los buenos, de los muchos que quedan en una corporación derrotada por el desgano y la baja moral. Al parecer los malos están ganando, porque aunque no son la mayoría si son los que tienen más poder.

“No es que seamos cómplices de los criminales, sólo es que no nos apoyan los jefes” –alega el policía que pide ser mantenido en el anonimato. No quiere salir al aire, sólo quiere decir a los periodistas que no todos los policías son corruptos, que no todos son malos.

SEXTO MOVIMIENTO…

¿De verdad quieren más movimientos? ¿Cuántos movimientos más necesitamos para entender que estamos mal? ¿Cuánta sangre más debe ser derramada para que el presidente finalmente cumpla con su ofrecimiento de apretar algunas tuercas?

Foto: Cortesía de Facebook

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